Decía el historiador Diodoro de Sicilia de los Honderos Baleares que:
“en la práctica de lanzar grandes piedras con honda aventajan a todos los demás hombres”
Fueron laureados como una de las mayores milicias de la Edad Antigua. Y es que este cuerpo de infantería ligera era muy temido por sus enemigos por su eficacia y su arrojo. Se decía de ellos que desde muy pequeños eran entrenados por sus propias madres en ejercicios de destreza donde tenían que derribar con su honda el alimento que pendía de una rama para poder comer.
El hondero balear combatía semidesnudo e iban generalmente con hasta tres hondas; una para proyectiles de gran tamaño, otra para proyectiles que necesitaban de mayor precisión y otra para las distancias menos largas. Las hondas se elaboraban con lino, esparto u otras fibras vegetales duras. Pero también se podían hacer de crin de caballo o tripas de cabra. Los proyectiles eran rocas de diferentes tamaños o bolas pesadas de plomo. El alcance de la honda podía llegar hasta los 100 metros de distancia. Todo aquel que osase amenazar las tierras baleares era recibido con una lluvia de piedras que a menudo se traducía en el abandono de la ocupación.